Estamos ya finalizando el año, y el césped nos pide cada vez menos actuaciones. Noviembre y diciembre son meses en los que el césped comienza su ralentización, especialmente en zonas frías de la península.

Pero hemos de tener en cuenta que el césped, aún con temperaturas muy bajas en las que no tiene prácticamente desarrollo vegetativo (aéreo), no deja de estar activo, y su actividad metabólica no se frena en ningún momento.

Es por ello que en estos meses, aunque de forma muy espaciada, es conveniente aplicarle alguna siega y algún riego.

Es importante segar, entre otras cosas porque las máquinas de gasolina (mientras que no tengan el depósito vacío), deben ponerse en funcionamiento al menos una vez al mes, porque en caso contrario podemos tener problemas con el carburador y encontrarnos con que no nos arranca pasado un tiempo desde la última utilización. Además, estas siegas, aunque esporádicas, ayudan a mantener más homogéneo al césped en altura.

Si no llueve en estas fechas, es conveniente dar algún riego, ya que el sistema radicular no paraliza nunca su desarrollo (aunque se ralentice), y por ello puede acusar un período largo en el que no llueva.

Por lo demás, hay que tener cuidado con la aparición de musgo y enfermedades, pues es en estas fechas cuando son más propicios.

Si hay que reponer alguna calva, y dadas las condiciones de temperaturas que nos podemos encontrar, es recomendable su reparación mediante la utilización de tepes. Si las calvas son de pequeño tamaño, no importa, dado que el tepe admite todos los cortes que queramos practicarle. Basta con un utilizar un cuchillo o cutter que esté bien afilado. Tarda aproximadamente 10-15 días en “agarrarse” al terreno, período durante el cual conviene que se mantenga en reposo.