Estrenamos la sección de recetas del blog de Rocalba, y no podíamos hacerlo sin acudir al huerto para conseguir los mejores productos frescos, la base de todas las recetas saludables que queremos mostraros en esta sección.

En este caso, y como estamos en febrero, hemos elegido al que pensamos que es el protagonista indiscutible de las comilonas familiares y con amigos por estas fechas: el calçot. Aunque en el último año, debido a la pandemia, hemos reducido el número de comensales y aumentado las medidas higiénico-sanitarias en la mesa, no hemos querido privarnos del placer de celebrar, aunque sea en petit comité, una buena “calçotada”.

¿Qué es un calçot?

Para aquellos que no están familiarizados con la terminología, un “calçot” es una cebolla blanca, que responde al nombre científico de Allium cepa L.

Su cultivo, tradicional de algunas zonas de la provincia de Tarragona, es hoy muy popular en toda Catalunya, e incluso en muchas regiones en todo el mundo. De hecho, la “calçotada” es uno de los platos más famosos de la gastronomía catalana, y una bonita costumbre que une cada mes de febrero a familiares y amigos en la mesa.

¿Cómo puedes cultivar tus propios calçots en tu huerta?

El calçot, sin embargo, no se cultiva como otras cebollas tiernas.

Su forma alargada responde a una peculiar forma de cultivo que consiste en calzar, o “calçar” (de ahí su nombre en català) con más tierra la base de la planta. Esta acción se realiza entre dos y tres veces por cada cultivo, espaciadas en el tiempo, hasta su cosecha, de forma que la planta se estira buscando más luz y adquiere su característica forma final.

El resultado son unas cebollas tiernas alargadas con una longitud de entre 15 y 25 centímetros.

La temporada de siembra del calçot transcurre entre agosto y noviembre, y la recolección, que comienza también en el mes de noviembre, puede extenderse hasta Pascua, e incluso más. Lo ideal es comenzar a sembrar nuestros calçots de forma temprana para poder disfrutarlos desde inicios de año.

¿Cómo se prepara una calçotada?

No hay nada como preparar una “calçotada” en la parrilla. Para cuatro personas, necesitarás:

  • 2 manojos de calçots, con unos 20 calçots por manojo aproximadamente.
  • Un bote de salsa romesco, la salsa típica con la que se consumen los calçots.
  • Papel de periódico.
  • Leña, preferiblemente sarmientos de viñedo.

Cuando tengamos el fuego preparado, colocamos los calçots extendidos en la parrilla unos junto a otros con la parte más gordita al centro y los cocinamos a llama viva, pues solo con brasas no quedan igual de bien.

Cuando observemos que de los calçots comienza a salir un poco de agua, es que ya están hechos por un lado, por lo que daremos la vuelta a la parrilla para cocinarlos por el otro lado. Cuando ambos lados están cocinados, tendremos que sacarlos de la parrilla, y envolverlos todos juntos en un papel de periódico, donde los dejaremos reposar unos 10 minutos para que acaben de cocinarse (al estar todos juntos, aguantan mejor el calor).

Transcurrido ese tiempo, es momento de sentarse a la mesa, de abrir nuestra salsa romesco y comenzar a degustar nuestros calçots.

Recomendamos acompañar el plato con un  buen cava, y, si lo deseas, puedes cocinar en la parrilla algún acompañamiento. Por ejemplo, en Catalunya es habitual cocinar calçotadas acompañadas de carnes y embutidos típicos.

Como véis, no es difícil disfrutar de este delicioso plato, y si contáis con una parcela en la que sembrar y cultivar vuestros propios calçots, aún vais a disfrutar más de esta planta rica en fibra, vitamina C, potasio y fósforo, con magníficas propiedades antioxidantes, depurativas y antibióticas.

¡Nos vemos en la próxima receta!